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Trucos para que la casa esté más caliente en invierno

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Mantener la casa caliente durante el invierno no tiene por qué implicar un gran gasto en calefacción. La mayoría de las viviendas pierden calor por detalles que pasan desapercibidos: ventanas mal selladas, cortinas demasiado finas, muebles mal ubicados o un uso poco estratégico del sol y la humedad. En Reformas Integrales Valencia encontrarás diez trucos ampliados y explicados en profundidad para mejorar la sensación térmica de tu hogar sin cambios estructurales y con resultados reales desde el primer día.

1. Aprovecha el sol al máximo durante el día

El sol es la calefacción natural más potente y gratuita que existe. En invierno, los rayos solares inciden más bajos, lo que facilita que penetren en interiores durante gran parte del día. Para sacarle el máximo partido, conviene abrir totalmente las cortinas y persianas en las horas de mayor luminosidad, especialmente si tu casa está orientada al sur o al oeste. Este calor absorbe paredes, suelos y muebles, que funcionan como grandes acumuladores térmicos liberando gradualmente la temperatura durante horas.

Cerrar persianas y cortinas justo antes de que anochezca evita que ese calor se escape rápidamente. Cuanto más gruesas sean las cortinas, más eficaz será esta «capa» aislante nocturna. En viviendas antiguas o con ventanas de aluminio sin rotura térmica, esta práctica puede marcar una diferencia notable.

2. Sella puertas y ventanas para evitar fugas de calor

La mayor parte del calor de una casa se pierde por rendijas diminutas en puertas y ventanas. Aunque no sean perceptibles a simple vista, pueden generar corrientes frías que enfrían rápidamente habitaciones enteras. Sellar estos huecos con burletes adhesivos, silicona, juntas de goma o incluso masilla térmica es una de las soluciones más económicas y efectivas.

Si notas frío cerca de las ventanas aun estando cerradas, es muy probable que haya filtraciones. Puedes comprobarlo pasando una vela encendida por el marco: si la llama vibra, hay una fuga. En algunos casos, colocar una cortina gruesa o un aislante temporal puede mejorar aún más la retención del calor.

3. Usa alfombras para calentar el suelo y mejorar el aislamiento

El suelo es uno de los elementos que más frío acumula, especialmente si es de cerámica, mármol o parquet antiguo sin aislante acústico. Caminar sobre un suelo helado transmite sensación de frío inmediata y obliga a usar más calefacción para compensarlo. Las alfombras actúan como una barrera térmica entre tus pies y el suelo, evitando la pérdida constante de calor.

Además, las alfombras gruesas o de lana aportan una sensación de confort visual y físico que hace que la habitación parezca más cálida. Incluso pueden ayudar a reducir la humedad ambiente, ya que los tejidos absorben parte del exceso de humedad, que es uno de los factores que intensifican la sensación de frío.

4. Coloca cortinas térmicas o de tejidos gruesos

Las ventanas son uno de los puntos más débiles en términos de aislamiento térmico. Aunque tengas buenas ventanas, el cristal realiza un intercambio de temperatura con el exterior que enfría la estancia. Las cortinas térmicas, confeccionadas con materiales aislantes, están diseñadas para bloquear la entrada de aire frío y conservar el calor interior.

Si no quieres invertir en cortinas especiales, bastará con utilizar cortinas gruesas, de terciopelo o tejidos pesados. Este tipo de cortinas funcionan como una «pared blanda» que evita que el aire frío entre en contacto directo con la habitación. Cuanto más grandes y pesadas sean, mayor será su efecto.

5. Reordena los muebles para dejar circular el calor

Es muy común colocar muebles delante de radiadores o sistemas de calefacción sin darnos cuenta de que están bloqueando el flujo de aire caliente. Si un sofá o armario tapa un radiador, la habitación tardará mucho más en calentarse y consumirá más energía.

Mover los muebles unos centímetros o reorganizar la disposición puede mejorar notablemente la circulación del aire caliente. También es recomendable evitar colocar camas o sofás pegados a paredes exteriores frías, ya que la sensación de humedad y frío aumenta considerablemente.

6. Usa humidificadores: el aire húmedo retiene mejor el calor

En invierno, debido a la calefacción, el aire se vuelve más seco, lo que provoca que el cuerpo pierda calor más rápido y que la sensación térmica sea menor. Mantener un nivel de humedad entre el 40% y el 60% mejora la percepción del calor y reduce la necesidad de subir la calefacción.

Puedes usar humidificadores eléctricos, colocar recipientes con agua cerca de radiadores o añadir plantas que aporten humedad natural, como potos, ficus o drácenas. La diferencia se nota especialmente en habitaciones donde la calefacción funciona muchas horas.

7. Aísla detrás de los radiadores

Un truco muy eficaz consiste en colocar paneles reflectantes o aislantes detrás de los radiadores, especialmente cuando se encuentran instalados en paredes exteriores que pierden calor. Estos paneles devuelven el calor hacia la estancia en lugar de permitir que se filtre hacia la pared.

Son baratos, fáciles de instalar y pueden aumentar la eficiencia del calefactor hasta un 10%. En casas antiguas, este simple gesto marca una diferencia significativa.

8. Cierra habitaciones que no uses

Cada estancia adicional que intentas calentar aumenta el volumen total de aire que la calefacción debe mantener caliente. Si hay habitaciones que no utilizas a diario, como un despacho, un trastero o un dormitorio vacío, mantener la puerta cerrada te ayudará a concentrar el calor en las zonas esenciales.

Además, cerrar habitaciones frías reduce la circulación de aire que podría enfriar el resto de la vivienda. Es una medida especialmente útil en pisos grandes o casas de varias plantas.

9. Aprovecha la cocina y el baño (con precaución)

El vapor de la ducha y el calor generado al cocinar son fuentes naturales de temperatura y humedad. Dejar la puerta del baño abierta tras ducharte permite que ese aire caliente se extienda a pasillos y habitaciones. Lo mismo ocurre con el horno o la cocina: tras terminar de preparar la comida, puedes dejar la puerta entreabierta para que el calor residual se distribuya.

Eso sí, es importante no usar el horno como sistema de calefacción, ya que no es seguro y genera gases innecesarios. El objetivo es aprovechar el calor residual, no utilizarlo como sustitutivo del sistema de calefacción.

10. Revisa tu sistema de calefacción y purga los radiadores

Un sistema de calefacción mal mantenido consume más energía y ofrece menos calor. Purgar los radiadores al inicio del invierno es una acción sencilla pero imprescindible para eliminar bolsas de aire que impiden que el agua caliente circule correctamente. Si notas que un radiador está caliente por abajo pero frío por arriba, necesita purgado.

Además, conviene revisar la caldera anualmente y asegurarse de que los filtros, vasos de expansión y conducciones están en buen estado. Una caldera eficiente puede reducir el consumo mensual de manera significativa. Incluso cambiar la temperatura general de la caldera de manera correcta puede ahorrar mucho dinero sin renunciar al confort.